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domingo, 28 de abril de 2013

ANÁLISIS Y COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE: LA PIEDAD DEL VATICANO, DE MIGUEL ÁNGEL.

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ANÁLISIS Y COMENTARIO DE UNA OBRA DE ARTE: LA PIEDAD DEL VATICANO, DE MIGUEL ÁNGEL.


Se trata de un grupo formado por dos esculturas de bulto redondo : una representa a una mujer joven , ataviada con amplios ropajes y sentada, la otra , que reposa inerte en su regazo , es una figura masculina, también joven y casi desnuda.
ANÁLISIS
El material en que está realizado es mármol blanco . Se puede apreciar que se ha trabajado con cinceles dentados ( su huella es visible en la base) y trépano, en los cabellos. Las dificultades que este material presenta para una composición exigente han sido resueltas con maestría y virtuosismo técnico
Las superficies ofrecen un acabado exquisito – además de limas se han utilizado y piedra pómez y puntas de paja y yeso- con calidades casi de esmalte y textura tersa, que contrastan con la base de áspera tierra.
Su sentido del volumen se corresponde con le propio de una escultura independiente, con plena expresión tridimensional , sin embargo, está concebida para ser contemplada desde un punto de vista frontal
La composición tiene una gran compacidad y monumentalidad. Sigue un esquema piramidal y resalta la unidad armoniosa de las dos figuras. Para conseguir el perfil triangular requerido se ha alargado el regazo femenino, cubierto de pesadas vestiduras, ajustando así mejor el cuerpo masculino, según un hipotético eje quebrado .
Comunica estabilidad y reposo.
La luz incide de manera homogénea y suave, dando lugar a un claroscuro moderado que juega con la belleza del inmaculado color del material: este grupo nunca fue policromado.
La expresión es figurativa, naturalista pero idealizada.
La primera impresión es que responde a proporciones canónicas de unos arquetipos de belleza serena y majestuosa, y estos principios son totalmente aplicables a la figura masculina, cuya desnudez permite , además, un alarde de virtuosismo en la representación de la anatomía humana: robusto, sin exageración, y perfecto es la quintaesencia del hombre.
La mujer, sin embargo, pese a tener la cabeza de tamaño igual al de la otra figura es mucho más grande y sus proporciones resultan disparatadas, pero, en el conjunto, son convincentes.
Hay un gran dramatismo , que se manifiesta de forma muy contenida, sin ademanes aparatosos, y que se resume, principalmente, en el gesto de la mano extendida de la mujer, de modelado delicadísimo.
Los ropajes, amplios y mórbidos, tiene pliegues de cavidades profundas . Su inquieto drapeado crea un vínculo entre las dos figuras, aislando en el espacio el cuerpo desnudo y sus contornos. Hay en ellos un patetismo intenso.

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