Análisis y comentario de una obra de arte. El arte romano .
Augusto de la Prima Porta
A continuación vamos a desarrollar la parte correspondiente al ejercicio nº1 en la que se procederá al análisis y comentario de una obra de arte. Primero desarrollaremos los aspectos técnicos y formales, para después, en una segunda parte, afrontar en el comentario sus características principales.
La obra propuesta en la lámina 1 es el llamado Augusto de la Prima Porta.
Esta es un obra en mármol correspondiente al siglo I a.C., concretamente se fecha en el año 14 a.C. y recibe su nombre del lugar donde fue encontrada, una de las puertas de Roma, donde se supone que había fijado su residencia la viuda del emperador, Livia.
Es una escultura, que como su propio nombre indica, retrata al emperador Augusto. Es pues un retrato, tan del gusto del os romanos, de pie, en actitud de arengar a las tropas, vestido con traje militar, en la tipología llamada toracata.
El retrato es bastante fidedigno pues se puede comparar las similitudes con otros retratos como el llamado Augusto de la via Labicana o incluso con retratos del propio Augusto joven u Octaviano. Este retrato a pesar de realista está ennoblecido , idealizado , pues entronca con la corriente idealizante de la escultura romana , algo comentaremos con más profundidad más adelante
Se trata pues de una figura de bulto redondo, hecha en mármol, posiblemente sea una copia de un original en bronce, y además debemos señalar que posiblemente fuese policromada, destacándose con dicha policromía los aspectos más importantes. En cuanto a su disposición es una obra en la que si bien predomina el punto de vista frontal no domina dicha frontalidad, sino que existen varios ejes para contemplarla. Esto es así pues distintas partes de su cuerpo se orientan hacia distintos ejes- cabeza, torso y pies- así se incorpora el ritmo y el movimiento a la escultura. Hemos mencionado el movimiento, así que tenemos que citar aquí el contraposto de la figura, algo más marcado que en sus precedentes griegos, que sirve para incorporar ritmo y movimiento a la escultura, para ello debemos mencionar que dicha escultura bebe del clasicismo griego, y más concretamente del Doríforo de POLICLETO. Las semejanzas de la escultura romana con sus antecedentes griegos los desarrollaremos más adelante. La forma de expresión del arte romano es figurativa y naturalista, aunque como ya hemos dicho ese naturalismo, en esta época, se presente idealizado.
Además existe una preocupación por plasmar una anatomía realista, aunque aquí si que hemos de destacar la distancia que hay entre el retrato real de emperador y el cuerpo, que correspondería más a un atleta griego que a un emperador romano del siglo I a.C. Así la escultura incorpora efectos de carga y descarga propios del cuerpo humano. Y al hablar de la anatomía, no podemos dejar de hablar del tratamiento de la carne, pues si con Augusto observamos la plasmación de la morbidez y blandura propia de la carne real, el caso del retrato de Constantino es bien al contrario, pues en este caso todos los efectos vienen a plasmar el carácter nada efímero o realista del emperador. En este caso lo que le interesa representar al escultor es el carácter casi eterno del emperador, y no sus carácter real, y esta simplificación o esquematización es lo que inaugura el arte bizantino y con él el arte medieval. Pero profundizar en ello superaría los límites de este comentario.
Las superficies son lisas y pulidas, y la luz es suave, sin producirse contrastes violentos de luz y sombras, redundando todo ello en ese sabor clásico de la escultura romana de esta época. Podemos compararlo así con la escultura de la lámina 2, la escultura colosal de Constantino, comprobando así como evoluciona el arte romano, pues en este último las superficies son claramente más aperas y se ha buscado los efectos de claroscuro. Además el movimiento es pausado y relajado, nada violento.