Se
trata de un grupo formado por dos esculturas de bulto redondo : una
representa a una mujer joven , ataviada con amplios ropajes y
sentada, la otra , que reposa inerte en su regazo , es una figura
masculina, también joven y casi desnuda.
ANÁLISIS
El
material en que está realizado es mármol blanco . Se puede
apreciar que se ha trabajado con cinceles dentados ( su huella es
visible en la base) y trépano, en los cabellos. Las dificultades
que este material presenta para una composición exigente han sido
resueltas con maestría y virtuosismo técnico
Las
superficies ofrecen un acabado exquisito – además de limas
se han utilizado y piedra pómez y puntas de paja y yeso- con
calidades casi de esmalte y textura tersa, que contrastan con la
base de áspera tierra.
Su
sentido del volumen se corresponde con le propio de una
escultura independiente, con plena expresión tridimensional , sin
embargo, está concebida para ser contemplada desde un punto de vista
frontal
La
composición tiene una gran compacidad y monumentalidad. Sigue
un esquema piramidal y resalta la unidad armoniosa de las dos
figuras. Para conseguir el perfil triangular requerido se ha alargado
el regazo femenino, cubierto de pesadas vestiduras, ajustando así
mejor el cuerpo masculino, según un hipotético eje quebrado .
Comunica
estabilidad y reposo.
La
luz incide de manera homogénea y suave, dando lugar a un
claroscuro moderado que juega con la belleza del inmaculado color
del material: este grupo nunca fue policromado.
La
expresión es figurativa, naturalista pero idealizada.
La
primera impresión es que responde a proporciones canónicas
de unos arquetipos de belleza serena y majestuosa, y estos principios
son totalmente aplicables a la figura masculina, cuya desnudez
permite , además, un alarde de virtuosismo en la representación
de la anatomía humana: robusto, sin exageración, y perfecto es la
quintaesencia del hombre.
La
mujer, sin embargo, pese a tener la cabeza de tamaño igual al de
la otra figura es mucho más grande y sus proporciones resultan
disparatadas, pero, en el conjunto, son convincentes.
Hay
un gran dramatismo , que se manifiesta de forma muy contenida, sin
ademanes aparatosos, y que se resume, principalmente, en el gesto de
la mano extendida de la mujer, de modelado delicadísimo.
Los
ropajes, amplios y mórbidos, tiene pliegues de cavidades profundas .
Su inquieto drapeado crea un vínculo entre las dos figuras,
aislando en el espacio el cuerpo desnudo y sus contornos. Hay en
ellos un patetismo intenso.
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