martes, 30 de octubre de 2012

ROMA, EL IMPERIO DE LA ARQUITECTURA

   
El imperio de la arquitectura: la modelación del espacio arquitectónico.

Roma, llevó a cabo una verdadera revolución en el campo de la arquitectura, que teiene una principal faceta en la importancia adquirida por la investigación y desarrollo de una nueva concepción del espacio arquitectónico. Exsite un acuerdo prácticamente unánime en cuanto a que si el campo de las artes figurativas Roma fue extremadamente deudora – y seguidora- de la tradición griega en esa materia, en la arquitectura demostró más autónoma, con personalidad propias, entre otras razones por la importancia de su papel en la autoafirmación social del os romanos y en su uso político por los dirigentes. A diferencia de la escultura, la arquitectura romana tiene un proceso evolutivo coherente y propio.
Si insistimos en el uso de parangones o los contrastes con la tradición helénica, puede decirse que si los griegos, partiendo de la tradición egipcia, revolucionaron la escultura, Roma, partiendo de la tradición helenística y de ciertas tendencias itálicas, revolucionó la arquitectura. Es importante subrayar, respecto a los segundo , la importancia de la tradición helenística, porque una cuestión fundamental de la personalidad arquitectónica de Roma, como el uso del arco y la bóveda, se atribuía tradicionalmente a una invención propia, cuando lo cierto es que se trata de una aportación más del legado helenístico , a cuyo caudal corresponde asimismo lo esencial de la tecnología romana aplicada a este menester. Roma desarrolló ampliamente la tradición tecnológica heredada y fue particularmente creativa en el uso de los materiales yen la invención de muchos de ellos.
La cantería adquirió ya un nivel excepcional en Grecia, y Roma se incorporaría a la misma tradición constructiva en sus magníficas fábricas de opus quadratum yen la multitud de aplicación de una arquitectura levantada con elementos previamente trabajados, como las dovelas de arcos y bóvedas. Pero sería más genial, si cabe, la aplicación de técnicas constructivas sobre la base de materiales modestos y con empleo de operarios poco cualificados, lo que abría el camino a la posibilidad de abordar grandes construcciones con abundante mano de obra, algo esencial para las ambiciones romanas en esta materia y asequible en el marco de las prácticas esclavistas desarrolladas en la sociedad romana.
En este orden de osas fue fundamental el perfeccionamiento del hormigón , el opus caementicium, una clave de la arquitectura y la ingeniería romanas, que aparte de precedentes orientales y grecohelenísticos, es una aportación tecnológica propiamente romana. Requería técnicos adiestrados al frente de una gran cantidad de mano de obra no especializada, y son bien conocidas sus posibilidades y cualidades de aplicación a la hora de afrontar grandes proyectos arquitectónicos, desde los cimientos a las airosas y atrevidas bóvedas de tantas construcciones. Algo parecido puede decirse de otros materiales seriados, realizados a partir de la arcilla o de piedras poco aptas para la gran cantería de sillares. Cabe destacar en esto el uso de del ladrillo cocido con el que se hacían magníficas fábricas del llamado opus testaceum. La combinación del núcleo de hormigón y paramentos de ladrillo fue la base del gran desarrollo de la arquitectura romana imperial..
Un riquísimo acervo técnico y artesanal fue puesto, pues, al servicio de una arquitectura de grandes ambiciones, la médula esencial de cuyo carácter iba a ser la comentada nueva concepción del espacio arquitectónico. Hace tiempo que señaló Bruno Zevi que, respecto a la arquitectura griega, cuyos valores son esencialmente escultóricos, Roma significó el comienzo de una nueva era determinada por la búsqueda de los valores puramente arquitectónicos, que corresponden a la definición de espacios tanto abiertos como cerrados; sobre todo con estos últimos, la arquitectura se convierte en el arte de moldear la materia insustancial del aire, un volumen que se define de manera privilegiada mediante la utilización de las líneas y de las superficies curvas de los arcos y las bóvedas, capaces, además, de cubrir amplios ambientes ,disminuyendo la cantidad y el tamaño de los soportes, “creando espacios”.


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